Thursday, August 31, 2006

La más vulgar de las tentaciones del arte

Me resisto a la idea de tener que hacer que el conocimiento luzca "cool". Es lo que es, y es "cool" de otras manera, casi secreta. Borges sabía bien esto; por eso le reprocha a Mir Bahadur Alí que haya hecho concesiones a su novela para parecer más genial que lo que era. Sus lectores condicionaron esas transformaciones. Que mis receptores, no condicionen lo que digo.

Wednesday, August 09, 2006

Asfalto en las calles

Un mediodía, cuando regresaba de la escuela, encontré que habían depositado pilas de asfalto en la calle de mi casa y en las aledañas. El asfalto cubriría las calles de rocoso, que desde que me mudé estaban así. Frente a mi casa, se hacía un charco profundo que duraba días. Tanto, que daba tiempo a que los renacuajos crecieran.
Las pilas permanecieron allí durante varias semanas, interrumpiendo el tráfico, sin que nadie se preocupara por terminar el trabajo.
"Es asfalto frío", decían algunos, "eso no va a durar mucho". Se referían a que el asfalto caliente era el que se solidificaba y se volvía liso, duradero.
Al fin, un día aplanaron las calles, que ahora estaban negras. Los zapatos se manchaban y quedaban pegajosos.
El agua, que antes entraba ocasionalmente en mi casa cuando llovía, empezó a entrar con más frecuencia. La calle había subido de nivel.
"Un día", me decía, "echarán asfalto caliente y construirán aceras y un sistema de alcantarillado, y estas calles serán radicalmente distintas de lo que son ahora: algo más que un terraplén ordinario."
Pero nunca sucedió. El progreso no era lineal, como me habían enseñado. No siempre se avanza. Los proyectos se abandonan, especialmente si las prioridades cambian, si el proyecto más general no tiene manera de sostenerse o depende de las circunstancias.
Las calles permancieron asfaltadas durante varios años, hasta que la lluvia y el tráfico fueron esparciendo la gravilla, que ahora se encontraba por todas partes. El terraplén volvió a surgir. El agua dejó de entrar con frecuencia en mi casa.

Tuesday, August 08, 2006

El superhéroe y la estética

Lo que más me interesa del superhéroe es la cuestión estética. Ningún superhéroe se da conocer (el lado público de su persona, claro está) sin un elaborado traje. Su diseño puede costar tiempo y esfuerzo, y a veces hay muchos trajes tentativos, que desdicen de la labor que acometerá más tarde. El traje se corresponde a la personalidad elegida o impuesta. Es una especie de "coming out" sofisticado, en el que a cada elemento de su personalidad correspende un elemento estético.
De todos los superhéroes, el más estilizado (no sólo él, sino toda la atmósfera que lo rodea y sus enemigos) es Batman. Los enemigos, por ejemplo, se convierten en malvados porque se ha operado en ellos una transformación física, que debe manifestarse externamente como una transformación estética. El Joker, en la primera película (hablo de las películas más recientes, porque nunca leí las historietas ni espero hacerlo), se transforma simultáneamente en ambos. Ya era malvado antes, pero su maldad se intensifica al caer en un tanque de ácido y al someterse a la cirugía que le deforma la cara. Hay que ver su reacción de sorpresa y alegría cuando ve su cara en el espejo. Si antes era un matón azaroso, ahora matar se convierte en un elaborado acto estético. No sólo mata, sino que revela hasta el extremo su personalidad cada vez que lo hace. Más aún: mata mediante la transformación de sus víctimas en una extensión de sí mismo. todos terminan con la misma expresión risueña.
El objetivo del malvado es, puede decirse, convertir a todos en sí mismo, hacerlos parte de su realidad, transformarlos en ella. Está solo y mediante ese acto se venga del mundo, de su soledad, de la transformación física que le intensificó su carácter. Dr. Freeze quiere a congelar al mundo entero, hacerlos como él para que experimenten en carne propia su dilema.
No todos quieren matar: otros aspiran al poder, como el Pingüino o Enigma. Quieren crear una dictadura en la que ellos impongan sus reglas (otro aspecto de la revancha).
En Batman, no hay un sólo acto de él o de sus enemigos que no esté cruzado por lo estético. Un ejemplo: cuando el Pingüino instala en el Batimóvil un control remote y empieza a manejarlo a distancia, no basta con que lo haga desde un mando o una computadora. No: construye toda una réplica (paródica) del Batimóvil y se sienta en ella como si estuviera conduciendo el auto real. Sus medios de transporte no son simples botes, sino réplicas de juguetes.
El superhéroe es, a fin de cuentas, una fantasía sobre la revancha del débil, del trajín, del nerd, del freak. Su personalidad "normal" es la del desajustado socialmente. Incluso Bruce Wayne, exitoso empresario y multimillonario, es un solitario y padece de un trauma de infancia que lo impide ser como los otros). Su peronalidad como superhéroe es el reverso de su vida pública, o sea, su proyección, su fantasía.
Y hablando del trauma, el superhéroe y el villano son en este sentido lo mismo. Ambos tienen un trauma, de infancia o de adultos, que los hace convertirse en quienes son. Sólo que el superhéroe opta por la solución positiva (vengarse de quienes lo convirtieron, precisamente, en superhéroe, ayudar a los otros), mientra que el villano opta por la negativa: matar, intentar convertir al mundo en un espejo de sí mismo, entre otras razones porque no sabe quién, específicamente, fue el causante de su mal. A veces, el villano actúa así por error, y puede redimirse, como Dos Caras o Dr. Freeze. En otros casos, no hay redención, porque la maldad es pura (el Joker) o el trauma no puede superarse (el Pingüino).

Thursday, August 03, 2006

Spoon River

Pasaba, por mis viajes a Muncie, por Spoon River y normalmente paraba en el área de descanso a las orillas del río. Hay una placa allí donde se recuerda a Edgar Lee Masters. Nunca pensé que algún día estaría en la región sobre la que escribió los poemas. Incluso pensaba que el lugar era totalmente ficticio: no tenía acceso a más información en Cuba. Por muchos años, Edgar Lee Masters fue el modelo de la concisión, de cómo tratar lo anecdótico en poesía sin degenerar en el mero recuento de un episodio. Los poemas que se publicaron en la revista de la editorial Artes y Letras y que eran anuncio de un libro suyo por publicarse en Cuba han estado conmigo durante mucho tiempo. Los he leído también en inglés. El libro entero son muchos poemas. Como la segunda Antología, que no sospechaba que existía. Nadie, o casi nadie, la menciona. ¿Serán inferiores los poemas? ¿Edgar Lee Masters habrá encontrado un método y lo habrá repetido hasta el cansancio? ¿Su grandeza como poeta se debe a que he leído sólo unos cuantos de sus poemas? No sé. En todo caso, me gustaba repetir la sensación de estar allí, físicamente, junto al mismo río donde escribió, y no decir nada.