Tuesday, August 08, 2006

El superhéroe y la estética

Lo que más me interesa del superhéroe es la cuestión estética. Ningún superhéroe se da conocer (el lado público de su persona, claro está) sin un elaborado traje. Su diseño puede costar tiempo y esfuerzo, y a veces hay muchos trajes tentativos, que desdicen de la labor que acometerá más tarde. El traje se corresponde a la personalidad elegida o impuesta. Es una especie de "coming out" sofisticado, en el que a cada elemento de su personalidad correspende un elemento estético.
De todos los superhéroes, el más estilizado (no sólo él, sino toda la atmósfera que lo rodea y sus enemigos) es Batman. Los enemigos, por ejemplo, se convierten en malvados porque se ha operado en ellos una transformación física, que debe manifestarse externamente como una transformación estética. El Joker, en la primera película (hablo de las películas más recientes, porque nunca leí las historietas ni espero hacerlo), se transforma simultáneamente en ambos. Ya era malvado antes, pero su maldad se intensifica al caer en un tanque de ácido y al someterse a la cirugía que le deforma la cara. Hay que ver su reacción de sorpresa y alegría cuando ve su cara en el espejo. Si antes era un matón azaroso, ahora matar se convierte en un elaborado acto estético. No sólo mata, sino que revela hasta el extremo su personalidad cada vez que lo hace. Más aún: mata mediante la transformación de sus víctimas en una extensión de sí mismo. todos terminan con la misma expresión risueña.
El objetivo del malvado es, puede decirse, convertir a todos en sí mismo, hacerlos parte de su realidad, transformarlos en ella. Está solo y mediante ese acto se venga del mundo, de su soledad, de la transformación física que le intensificó su carácter. Dr. Freeze quiere a congelar al mundo entero, hacerlos como él para que experimenten en carne propia su dilema.
No todos quieren matar: otros aspiran al poder, como el Pingüino o Enigma. Quieren crear una dictadura en la que ellos impongan sus reglas (otro aspecto de la revancha).
En Batman, no hay un sólo acto de él o de sus enemigos que no esté cruzado por lo estético. Un ejemplo: cuando el Pingüino instala en el Batimóvil un control remote y empieza a manejarlo a distancia, no basta con que lo haga desde un mando o una computadora. No: construye toda una réplica (paródica) del Batimóvil y se sienta en ella como si estuviera conduciendo el auto real. Sus medios de transporte no son simples botes, sino réplicas de juguetes.
El superhéroe es, a fin de cuentas, una fantasía sobre la revancha del débil, del trajín, del nerd, del freak. Su personalidad "normal" es la del desajustado socialmente. Incluso Bruce Wayne, exitoso empresario y multimillonario, es un solitario y padece de un trauma de infancia que lo impide ser como los otros). Su peronalidad como superhéroe es el reverso de su vida pública, o sea, su proyección, su fantasía.
Y hablando del trauma, el superhéroe y el villano son en este sentido lo mismo. Ambos tienen un trauma, de infancia o de adultos, que los hace convertirse en quienes son. Sólo que el superhéroe opta por la solución positiva (vengarse de quienes lo convirtieron, precisamente, en superhéroe, ayudar a los otros), mientra que el villano opta por la negativa: matar, intentar convertir al mundo en un espejo de sí mismo, entre otras razones porque no sabe quién, específicamente, fue el causante de su mal. A veces, el villano actúa así por error, y puede redimirse, como Dos Caras o Dr. Freeze. En otros casos, no hay redención, porque la maldad es pura (el Joker) o el trauma no puede superarse (el Pingüino).

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