Sunday, December 17, 2006

The Matrix Reloaded and Rethought

Con las otras dos partes (o películas) de The Matrix pasa como con la segunda edición de The Approach to Al'Mutasim, la novela del abogado indio Mir Bahadur Alí, del cuento homónimo de Borges: todo degenera en alegoría. El personaje central de ambas obras –Neo en el primer caso y Al'Mutasim en el segundo– tiene algo de semidivino, pero también es un persona concreta, no un símbolo que puede acomodarse a cualquier lectura.
La primera parte contiene un final: aunque no vemos la destrucción de The Matrix, sabemos que ya existe el poder para destruirla. No es una película inconclusa, que necesita segunda y tercera partes. Sin embargo, los directores encontraron la manera de prolongar las cosas que le habían dado éxito a la primera película. Es la dinámica de la cultura de mercado. Un hallazgo debe repetirse tantas veces como sea necesario y el público se sienta atraído hacia él. Las ideas abundan, pero encontrar una que prospere es difícil; entonces, se impone la repetición.
En "El acercamiento a Almotásim", el protagonista tiene un éxito inesperado con su primera novela. Mir Bahadur Alí es un abogado que decide escribir una novela: la edición, no pretenciosa, se hace en papel de periódico y se agota rápidamente. Ese éxito lo lleva a escribir una segunda versión, con un título diferente y con variaciones significativas. Estas se encaminan a resaltar el carácter alegórico de la historia: Almotásim es una especie de divinidad, capaz de acomodarse a las interpretaciones de las distintas religiones que entran en contacto con él. O sea, lo que en la primera versión era una relación sutil entre el carácter personal y alegórico del protagonista, en la segunda se vuelve obvio.
Si no me equivoco, esta es la misma dinámica del protagonista en The Matrix. Neo empieza siendo "just a regular guy". Pasa por luchas interiores, crisis de fe y de identidad; nadie sabe si él es "The One" o solamente una obsesión de Morpheus. Al final, pero por muy poco tiempo, sabemos que es el esperado. Esto se produce casi al descuido, aunque hay que admitir que ese beso final que lo revive, como una especie de Bella Durmiente invertida, es poco convincente desde el punto de vista dramático. En la segunda y tercera películas, Neo se vuelve un símbolo inequívoco de la divinidad, cuya apoteosis ocurre con su ¿muerte? encima de una montón de máquinas que forman una cruz.
La primera película inventó ciertos códigos visuales: las balas que se pueden ver al desplazarse, los cartuchos vacíos acumulándose en el suelo, las peleas estetizadas: todas estas cosas constituyen elementos innovadores y de éxito. En las otras partes, se repiten hasta el infinito. Los cartuchos se vuelven innumerables; las peleas se multiplican banalmente; todo se vuelve grandioso, self-important. El buen sentido del humor se pierde, las escenas en cámara lenta y con música épica proliferan. Y lo que es peor, la filosofía que subyace en la película, compleja pero planteada en términos entendibles en la primera, se vuelve tan complicada que resulta prácticamente imposible establecer una coherencia. La Matriz se vuelve demasiadas cosas, lo que sólo puede atribuirse a un defecto en la coherencia narrativa, un defecto producido por llevar la película a un nivel más complejo, que termina produciendo pseudofilosofía.
Al final de la tercera parte, alguien pregunta "¿Volveremos a ver a Neo otra vez?". Esta pregunta sólo se puede responder extradiegéticamente y puede plantearse mejor de esta manera: "¿Puede Neo producir más resultados económicos?" De la respuesta sabremos si lo veremos a ver o no.

3 comments:

Anonymous said...

Amigo Alfredo, me alegra leer cosas tuyas, saber que estás, que escribes.Ojalá me recuerdes.
Un abrazo,
Orlando (Matanzas, Cuba)

baudelaire3 said...

Alfre: mmmm..., ¿y qué pasa con las secuelas que son mejores que la primera parte? ¿y con los remakes que reviven y renuevan la película en que están inspirados? Eso, también, es lógica de mercado. Probablemente no refuta tu argumento, pero introduce, creo, matices no desdeñables.

Estenoz said...

Orlando, Apareciste! Me alegro. ¿Cómo te puedo escribir? Mi correo está en el blog.
Un abrazo,

Alfredo